lunes, 10 de agosto de 2020

Recuerdos desde mi jardín 3

 Ya hace algo más de 40 años me toco el especial del gordo de navidad,sorteo que se hace cada año el 22 de diciembre, pero este año el premio gordo, además venía con sorpresa.

Me puse de parto quedándome todavía cuatro semanas, a las 6 de la mañana empecé a romper aguas. 

Habían sucedido varias casualidades el día anterior, fui a comprar un camisón para el hospital, no se fuera a adelantar el parto (tampoco pensé que tanto) de camino pase por el hospital La Venerable Orden III de San Francisco de Asís, en la Gran Vía de San Francisco y a unos pasos de la Basílica San Francisco el Grande, una de las zonas más castizas de Mi Madrid, como decía, al pasar por la fachada del hospital, como broma mi padre que me había acompañado junto a mi madre me dijo: quédate ya a esperar; siii un mes ahí metida, pero vamos que si entonces lo llego a saber... jejeje

En aquella época había la sorpresa del sexo, no era habitual hacer ecografías, se conformaban oyendo el corazón del nonato, pero a mi me quedaba otra sorpresa, a las 10:30 habían nacido, sexo mujer, cantidad dos.

Claro que la gran sorpresa fue para el padre, que con las prisas había ido a casa a buscar la maleta preparada con la ropa para el bebé, y al llegar a la habitación del hospital donde todavía no habíamos llegado nosotras del paritorio,  una enfermera le preguntó "es usted el padre de las niñas?". A lo que contesto, ¿las niñas? Si, son dos, repuso la enfermera, a lo que contesto, pues solo traigo ropa para una". Debió pensar, otra vez tengo que ir a por ropa. Fue la anécdota graciosa.

Pero una vez superada la primera sorpresa que fue muy rápido, nos encontramos con dos niñas igualitas que a pesar de haber nacido un mes antes no necesitaban incubadora, así es que el 24 me fui a pasar la Nochebuena a casa con mis dos retoños y con la ilusión de dos seres preciosos, tan pequeñitos e  indefensos que daba miedo se rompieran.

El tiempo paso y en una época donde no abundaban los gemelos, o al menos era menos común que hoy en día, me paraban por donde iba,  y yo me sentía orgullosa, las miraba sintiendo ese amor que solo conoce quién ha sentido un corazón latiendo dentro, junto al suyo.

Hoy después de 40 años, os doy las gracias, por ser como sois, porque sois mi orgullo, porque siempre estáis ahí, porque  sois sensibles pero fuertes, por alumbrar mis sueños y hacerlos realidad. 

Porque en esta época que nos ha tocado vivir de pandemia, habéis hecho que superara mis miedos diarios con vuestra dedicación ayudando  a todos los positivos, estando en el núcleo del virus, cuidando y dándoles cariño sin una queja hacia los pacientes, sintiendo su dolor y acompañando su soledad en momentos tan terribles. Hay  tantos porqués, que no terminaría nunca, ¡¡Estoy tan orgullosa de las hijas, las mujeres, las madres en que os habéis convertido!! pero vosotras ya los sabéis. Os quiero más que a mi vida.